viernes, 3 de febrero de 2012

Marck Patricks Guzmán





SILENCIO

MARCK PATRICKS

Blanco, a donde sea que mires sólo existe el blanco.
El mundo es un vacio completamente blanco.

Hay una litera flotando dentro de ese vacío,
En la cama de arriba se encuentra una mujer, de cabellos castaños, recostada de lado, con los ojos cerrados.
En la de abajo hay un hombre joven con la sábana hasta la mitad de su rostro.
Típico de una persona estúpida… —comienza a decir el hombre, dirigiéndose a la mujer con un tono agresivo—. Aun así yo, te doy las gracias por haber regresado… —Hace una pausa y comienza a hablar más calmadamente—. ¿En realidad estás dormida…?
¿Quién eres…? ¿De dónde vienes?

El sujeto baja un poco la sábana hasta su cuello, y muestra una sonrisa entrecortada de resignación.
-De todas formas, no me contestarás

La mujer de cabellos castaños aparece sentada en la cama de abajo, junto al hombre.
Él se levanta quitándose rápidamente la sabana y la abraza fuertemente, poniendo su cabeza sobre el pecho de la mujer, ella se percata de que el joven está llorando.
—¿Porque…? ¿Porque te fuiste sin decirme nada…?
¿Porque me dejaste tan solo…?

La mujer no contesta, sin embargo lo abraza aun más fuerte, presionándolo más contra su cuerpo.
Ambos se quedan callados, en un silencio que parece ser tan inmenso, como el mundo blanco y vacio en el que se encuentran. Es imposible saber cuánto tiempo se quedaron así, pueden ser sólo minutos o días enteros. Al final, la mujer le dice con una voz suave y compasiva: —En realidad, nunca estuviste solo y aunque estuvieras tan solo, que terminaras pensando que no existe un mundo allá afuera, mientras yo esté contigo, no deberías olvidar, que hay un mundo fuera de aquí
Aunque yo lo olvide todo, hazme un favor, y no me olvides hasta que mueras

Del ojo derecho de la mujer se desprende una minúscula estrella brillante, que desciende deslizándose hasta su barbilla, entonces se convierte en una pequeña y frágil gota de lluvia, que termina derramándose sobre la frente del hombre.

La castaña besa su mejilla delicadamente, mientras acaricia su negro cabello.
Él voltea a mirarla fijamente a los ojos, con sus parpados húmedos como lagunas de tristeza y desesperación Te a… —dice el muchacho, pero es interrumpido por ella.
Adiós, amor mío

Rápidamente la mujer pone ambas muñecas sobre su cuello, él la mira con mucho terror, e intenta quitarse de encima sus manos.
-No luches, por favorno lo hagaslo lamento, pero tiene que ser así es mejor así
Entonces comienza a aplicar cada vez más presión con sus dedos, hasta que él se queda inconsciente, y aun después de ese momento continuo estrangulándolo, hasta sentir que los latidos de su corazón se apagan poco a poco. Enseguida abraza el cuerpo, cuidadosamente cierra los parpados de él.
-Buenas noches ojala puedas perdonarme algún día

El espacio vacío y blanco alrededor de ellos, lentamente empieza a cambiar de color, de pronto, todo se ha vuelto color negro, la litera en la que se encontraban ha quedado sumergida en las tinieblas, y es imposible ver algo. Todo es color negro, como si el mundo en sí, hubiera muerto.
Una fría tumba oculta un secreto que nadie supo nunca.
Una delicada y blanca mano de mujer se extiende sutilmente en el aire dejando caer sobre esa tumba una rosa marchita y con muchas espinas.
La mujer que está vestida de blanco observa detenidamente la tumba, en sus cabellos castaños la edad ya ha hecho de las suyas, haciendo combinar su vestido con el color gris que ahora se encuentra en su cabeza. La mujer se da la vuelta y dirigiendo su mirada al cielo, comienza a hablar con el aire.
-Esa rosa marchita, es la primera que me distete dije que la guardaría para siempre y así fueHoy he vuelto para devolvértela Lamento todo lo que sucedió… ¿Porque tuvo que terminar así…? —Hace una pausa y respira profundamente. Y más importante aún ¿Que fue lo que intentaste decirme aquella vez…? Bueno…. de todas formas, no me contestarás
¿O sí…?

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