viernes, 5 de agosto de 2011

Nancy Jazmín González Flores


Los muertos también hablan


IBANT OBSCURI SOLA SUB NOCTE PER UMBRAM

(“Iban oscuros bajo la sola noche atravesando las sombras”)

Eneida, Virgilio.

Entre la luz y las sombras se esconden grandes misterios más allá de la realidad, existen puertas desconocidas que irrumpen nuestra dimensión para hacer constar la existencia de probabilidades imaginables. La muerte es un lapso unido con la vida, que muchas veces se desconoce cuándo se continúa vivo o pasas a pertenecer al mundo de los muertos.
Es así como se nos relata esta historia:

Todo pasó hace tiempo cuando trabajé en la hoy desaparecida Cruz Verde de Tecomán. Mi función consistía en trasladar a pacientes que requerían estudios especiales con los que no se contaban en ese entonces y únicamente los había en las ciudades vecinas de Colima y Manzanillo”.
Una de esas ocasiones me tocó llevar a un anciano que estaba programado (chequeo mensual) a Colima debido a su delicado estado de salud a consecuencia de un soplo en el corazón y otros achaques que la edad le fueron otorgando de a gratis”.
Como las reglas lo imponían, el paciente viajaba en la parte de la camilla sin necesidad de que se tratara de alguna emergencia simplemente por protocolo. Y como ya era costumbre el anciano se acomodaba en uno de los banquitos acojinados, (lugar donde se trasladan los familiares de los convalecientes). Al abordar la unidad iniciamos una charla sin límite de tiempo, al menos hasta llegar a nuestro designado destino”.

Los temas variaron desde el caluroso clima, los malos gobernantes hasta la escasa economía de todas partes, una vez que pasáramos por la comunidad de los Asmoles, el parlante y jovial paciente guardó silencio sin motivo alguno por unos 30 minutos”.
Después de ese notorio margen, de nueva cuenta la plática reanudó, entonces le pregunté:

Oiga amigo, ¿pues qué se quedó dormido o qué?—

* ¿Luego, porque me anda dejando solo, compadre?—

El hombre respondió:

* Nomás fue una pestañita, es que me desvelé causa de un fuerte dolor de cadera que no me dejó pegar parpado durante toda la madrugada, pero ya podré dormir mejor, no sé porqué tengo ese pequeño presentimiento —.


La charla se fue alargando cada vez más cuando íbamos llegando a la mencionada institución. Especialmente recuerdo el último dialogo que compartimos ya faltando unas 10 cuadras, quizás sea porque me llenó de tristeza o quizás sentí esa sensación de lástima, aún no lo puedo determinar”.

Él dijo:

* “No sabe usted que falta me hace mi vieja que en el tiempo de vida que compartió conmigo no le supe valorar y ahora quisiera poder regresar a esos momentos para poderlo enmendar, no cabe duda lo cierto de ese conocido refrán que dice; nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido

Yo pregunté:

* “¿Y hace mucho que se le adelantó?” —

Y él en corto respondió:

* No se fue hace unas semanas aunque para mi parezca toda una eternidad y de verdad se me hace tarde en alcanzarle. Y siento que pronto me reuniré con ella

Una vez que entramos para finalmente descender de la ambulancia, otra vez mi acompañante guardó silencio. Abrí las puertas traseras y lo percibí donde lo había dejado la última vez. Este se encontraba sentado resguardándose el rostro con el brazo derecho”.

Al momento de quererle ayudar a bajar, le anuncié que ya habíamos llegado para que se reincorporara y estuviera a tiempo en su cita médica, una especie de escalofrío me recorrió cada una de mis extremidades que tuve que pasar saliva para llamarle por su nombre

Don Matías, don Matíaaaas ya llegamos, despierte usted por favor… —
Y don Matías nomas ni de chiste despertaba, por lo que se me hizo fácil tomarlo del hombro izquierdo, al tocarlo sus músculos se encontraban completamente contraídos, rígidos. Como paramédico que soy le tomé el pulso de la artería del cuello y era completamente oficial el viejo estaba muerto. Hice lo rutinario que se hace en casos como estos, fui a dar parte al forense quien inmediatamente avisó a las autoridades correspondientes”.

Antes de retomar mi trayecto para Tecomán, me entregaron un informe referente al paciente que transportaba el cual planteaba específicamente lo ocurrido sin dejar pasar la falta de ética sobre los elementos médicos que revisaron al occiso antes de abordar la unidad en cuestión, así como mi falla por no dar parte a mis superiores antes de trasladar a un cadáver a la ciudad capital, ya que de acuerdo a la necropsia indicaba que él veterano ya iba muerto desde la salida del municipio”.

Ese fue el inicio de un debate sin solución una vez que arremetí contra el forense que llenó dicha forma acusadora. Le expliqué todo lo que les compartí, mismo que no fue suficiente para su convencimiento.

“¿Podría ser que la muerte tiene el poder de hacernos bromas de mal gusto, o simplemente ha de ser muy parecido estar vivo que muerto? supongo que el único que tiene la razón absoluta es de a quien le pasa y lo recuerde de tal manera que sea imposible olvidar y haga de este suceso tan vívido cada vez que se recuerde”.

No hay comentarios: