Cierro mis ojos, tapo mis oídos y coso mis labios, con fuerte y resistente hilo; para no ver, no oír, ni pronunciar ninguna palabra, que a mí mismo me asuste o comprometa a tener que tomar decisiones. Hay tanta maldad y tan poco respeto por la vida, por el mundo, por mis hermanos los animales, mis congéneres, que me aterra y prefiero tomar el camino de la indiferencia y el egoísmo. No me gusta lo que está sucediendo a mi alrededor, es demasiado para soportarlo, y pensar que soy parte de ello, pues también coopero con criminales y destructivas actitudes... y cobardemente me evado.
Y nada hago para evitar lo inevitable.
Me escondo detrás de una máscara, la cual sea dicho de paso, que todos usamos, tras ella guardo celosamente mis miserias, mis envidias, mis sentimientos más oscuros y personales, ahí oculto todas mis vergüenzas, y hasta lo que de mi misma desconozco.
Siento alrededor de mi cuello un grillete de hierro frio, fuertemente cerrado con candado, lo cual no me permite avanzar, me ahoga, me estrangula. Hay demasiadas ataduras en esta vida que de herencia me dejaron mis ancestros, mi religión, mi cultura, mi moral, llena de Tabúes. Muy difíciles de vencer.
Entre el candado Y mi anillo, que porto en mi dedo, me dice a mí misma, que estoy atada a todo lo superfluo, lo vanidoso, el egoísmo, el lujo y los bienes materiales, con los que quiero llenar mi soledad, son solo objetos que me llevan a vivir en una utopía.
Mi cabeza esta coronada con el emblema de la monarquía de las imposiciones, impuestas por los gobiernos y sus políticas destructivas, de las religiones que me manipulan y me mueven a sus propios intereses, de aceptar hasta lo inaceptable. ¡Ay! como pesa mi cabeza.
Detrás de mí hay un reloj, circundado por un anillo de oro, que es mi planeta, mi mundo cerrado y dentro de él se manifiestan las predicciones que diferentes culturas pronosticaron para este bello entorno. Como si siguiera el lento caminar de las agujas de un reloj, el tiempo ya transcurrido, se queda en la oscuridad y la relativa claridad es lo que me puede quedar de vida.
Por eso es que...
NO quiero VER,
NO quiero OIR
Y NO quiero HABLAR.
Y nada hago para evitar lo inevitable.
Me escondo detrás de una máscara, la cual sea dicho de paso, que todos usamos, tras ella guardo celosamente mis miserias, mis envidias, mis sentimientos más oscuros y personales, ahí oculto todas mis vergüenzas, y hasta lo que de mi misma desconozco.
Siento alrededor de mi cuello un grillete de hierro frio, fuertemente cerrado con candado, lo cual no me permite avanzar, me ahoga, me estrangula. Hay demasiadas ataduras en esta vida que de herencia me dejaron mis ancestros, mi religión, mi cultura, mi moral, llena de Tabúes. Muy difíciles de vencer.
Entre el candado Y mi anillo, que porto en mi dedo, me dice a mí misma, que estoy atada a todo lo superfluo, lo vanidoso, el egoísmo, el lujo y los bienes materiales, con los que quiero llenar mi soledad, son solo objetos que me llevan a vivir en una utopía.
Mi cabeza esta coronada con el emblema de la monarquía de las imposiciones, impuestas por los gobiernos y sus políticas destructivas, de las religiones que me manipulan y me mueven a sus propios intereses, de aceptar hasta lo inaceptable. ¡Ay! como pesa mi cabeza.
Detrás de mí hay un reloj, circundado por un anillo de oro, que es mi planeta, mi mundo cerrado y dentro de él se manifiestan las predicciones que diferentes culturas pronosticaron para este bello entorno. Como si siguiera el lento caminar de las agujas de un reloj, el tiempo ya transcurrido, se queda en la oscuridad y la relativa claridad es lo que me puede quedar de vida.
Por eso es que...
NO quiero VER,
NO quiero OIR
Y NO quiero HABLAR.
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